LAS HISTORIAS DE ESPERANZA

RUTH BEHAR

CAPITULO 3

EL CORAJE DE UNA MUJER

�Estas son las cosas
que forman la mujer�,
me decía él
al golpearme el despertar
al moretearme la esperanza

Escuché yo largo rato
mas rabiaba mi rabia
por oídos que me rezumbaban:

�que sueño
�que sueño....

� Lolita Hernández, Quiet Battles

Las estructuras de la dominación se entienden mejor cuando se comprende cómo seguimos siendo sujetos aún cuando más íntima y cruelmente nos oprimen.

� Lata Mani, "Multiple Mediations"


13 de julio de 1985. Dos días después de la plática con mi comadre hicimos una recorrida de tres días al D.F. para ver al hermano y a la cuñada de David, que llegaban en un viaje por tren desde Texas. Con ellos nos hicimos de turistas, visitamos el Museo de Antropología, la casa museo de Frida Kahlo y Diego Rivera y el sitio arqueológico de Teotihuacan, donde se nos robó la tapa de gasolina del carro. A la vuelta en Mexquitic Esperanza apareció una mañana a nuestra puerta lista para llevarnos a pasear a su milpa y huerto, donde vi por primera vez en mi vida cómo crecen los alcatraces entre el agua. En esa ocasión, recién llegada del viaje a la ciudad de México, fotografié a mi comadre con sus alcatraces. Solo después supe la historia de cómo ella consiguió sus parcelas. Aquella noche de julio Esperanza llegó a la cocina todavía con algo que contarme de sus últimas días como nuera en casa de su esposo.


�Porque la mera verdad es que la historia es esta: que él se fue a San Luis porque se fugó de la cárcel en Mexquitic. La última vez que le metieron a la carcel duró ocho días encerrado. Ya cerca de los ocho días, una semana, decía la suegra, "Ah", dice, "vengo de la raspa cansada. Voy a ver a este muchacho que está preso � �no ha venido?"

"No, creo que no."

Dice, "Pues ándale, ve. El es muy delicado que tú salgas a la calle, no quiere que salgas. Pero ahora ve tú, malamente, de coraje, a ver si le da vergüenza. Ve, llévale de comer. Llévale en un morral," decía, "en un morral o un jarro, la comida y las tortillas. Anda llévale, a ver si le da vergüenza."

Pues que me mandaba. Pues que vengo a dejarle de comer. Estaba ahí en la cárcel. Me dice, "�Quién te mandó?"

"Pues tu mama."

"Ah, vaya. �Con quién hablastes por ahí?"

"Con naiden. �Con quién quiere que hable?" Y entonces decía, "Ah, pues aquí está la comida." En la cárcel, allí mismo adentro le serví ahí, no lo sacaban afuera.

Y bueno, ya comimos. "Y ahora vete. Vete de jilo."

Le faltarían como algunos dos días y luego, según él dijo a su madre, iban a bajarlo a la penitenciaría en San Luis. Que hicieran ya todo el escrito y todo. Pero al día siguiente ahi va él llegando a la casa.

"�Hijo, ya vinistes?"

"Si, ya vine."

"�Que pasó? �Ya te dieron permiso? �Ya te salites o qué?"

"No, es que ahorita le dije a Chebo," �se llamaba el comandante Chebo�, "que me diera permiso de venir a la casa. Digo, 'Oye, Chebo, no seas malo. Dame permiso de ir a la casa. De hacerme la resura. Mira como estoy, ya aquí en ocho días.' Y dije que no me voy a huir. Pero hijos de tal, ni saben los que les va a pasar."

"�Qué vas a hacer, hijo?"

No, él tan sereno. Se mete pa el cuarto pa dentro, junto con la mama. Los dos platicaban, nomás los dos. Yo enjoyada en el jacal con el nene. Tendría unos cuatro, cinco días yo de aliviada con el nene. Yo nomás lo que alcancé ver, que él iba saliendo del cuarto y la madre más atrás y se pararon así. Nomás la madre le dio algo así, una cosa. Cuando yo vine bajando así para pararme en el patio, alcancé oír que le dijo, "Ten, hijo." Que le decía, "Con esto, mañana si devuelta te da declaración, nomás hágalo así, hágalo así. Ten, échatelo a la bolsa del pantalón y hágale así."

Y yo lo estaba mirando como estiró la mano él y la nana le dio. Entonces lo agarró y se lo metió en la bolsa. Que lo veo y que corro pa arriba. Dirían que los estoy yo mirando aquí. "Hágale así," dice. "Y con esto no te meten. Con esto ya no te encierran. Ahora verás."

Qué le daría, qué no le daría, allí sí yo no sé. Pero es que mi suegra sabía de sus malas mañas, de hacer males. Entonces yo vi luego a lo último le dio unos tres dientes de ajo. Pero unos ajotes grandotes así. Eso alcancé oír yo. Dice, "Pero no te hacen nada, mi hijo. Bueno, sí, roncaran, pero se tiene que detener."

Entonces, pues ya se fue. "Ya me voy. Me vienen a llevar."

Ya se hizo noche, ya nos acostamos. La suegra se acostó conmigo en el jacal. Yo con los dos muchachos y la niña que estaba recién nacida. Como yo tenía la niña chiquita la suegra se fue conmigo allá al jacal como para acompañarme, �verdad? Pues ya nos acostamos, ya estamos dormidos, cuando ladran los perros. Después se callaron, ya no ladraron. "�Tocan a la puerta!"

Y ella despierta. Ahora, quedarían ya de acuerdo, sólo Dios. "�Quién? �Quién es?"

"Yooo."

"Ave María purísima." Ya se levanta. "Bueno, mi hijo, �que pasó?"

"Cállase, hombre. Cállase, a lo mejor me vienen siguiendo."

"�Cómo salites, hijo?"

"Brinqué las paredes."

Antes estaba más bajita la barda. No, ahora está más compuesta.

"Mamá, yo me voy. Déme. Présteme para pasarla mañana. Pasado mañana vengo, consigo trabajo." Todo hababla en secreto. "Allí le dejo la familia. Allí usted sabe. Ya cuando yo trabaje, les mando dinero."

�Qué pelado bueno pa nada!

Pues, que se fue. "Pero cuídate, hijo, que no te vayan a ver."

"No, yo procuraré que no me vean. Mañana, que amanezca, van ustedes como a dejarme de comer, para que no les carguen a ustedes que ustedes saben de mí. Ustedes me van a buscar, a dejarme de comer. Y digan ustedes que no saben."

Y otro día ya amaneció. Dice, "Andale, mujer. Levántate y muela. Muela el nixtamal. Echate unas tortillas. Y en un jarro hágate que pones comida." Pues me mandó. Allí voy. Pues sí, me mandó, pues yo �qué hacía? Tenía que obedecer lo que me decía. Pues que ya echo la mediación de tortillas y en un jarro pongo frijoles.

Dice, "Vete tú, yo no voy. Tú vas dirigido a la carcel. Y vas a ser la desecha tú que allí está, que lo vas a ver. Y de ver que no ves nada, tú preguntas por él. Preguntas y nada más. Que te digan que no, que 'Eso no, yo no sé. Yo no sé, yo me mandaron y total.'"

No, pues que vengo y que entro para el zaguán y que está el ese mentado Chebo, que era comandante. Dice, "�A quién busca?"

Yo digo, "Vengo a dejarle de comer al hombre."

"�A cuál hombre? No lo tiene ya en su casa?"

Pues yo me humillaba de a tiro. "No, allí no hay nada. Pues aquí está, �no?"

Dice, "Cómo se hacen."

Yo no contesté nada.

"�Verdad que allá está en su casa? �Allá está con la mama? Anoche se peló, anocheció y no amaneció. �Cómo que no van a saber ustedes de él? Tienen que entragarlo porque tienen que entregarlo."

Pues así pasó. Se paso ese día. El día siguiente. Así se pasó, después ya se supo que se había fugado y todo. Iban al pulque con ella, "Doña Timotea, yo sé que su hijo estaba preso."

"Si, por una vieja allí. Dicen que era señorita, quien sabe que. Dicen la culpa no lo tienen los hombres. La culpa a una de mujeres. �Sabiendo que el hombre es casado, para qué se ponen a comprometerse, o hablarles, hacerles caso a los hombres?"

Dice, "Sí, merecía castigo la mujer también. La mujer merecía castigo."

"Pues sí, pero hubo quién la ayudó. Así que mi hijo, �pues qué?"

"�Y onde está? �Está preso?"

"No, no sabemos. Dicen que se perdió. Yo como digo, a mí, mi hijo me lo tendrán que entregar. Tendrá que aparecer, a no ser que se lo tragarían entero."

Así ella le dice a la gente para que la gente platicara lo que la madre decía, que no era cierto. Bueno, pues así se pasaron los días. Entonces, al mes, va llegando. Media noche. A la puerta.

"Ave María purísima."

"Mujer, abre la puerta."

"�Quién será?"

Los perros ladraban. Estaba tocando. "Abrame la puerta, mamá."

Entonces dice, "Ah, es el muchacho." A la una de la mañana iba llegando de San Luis. Se vino de San Luis por tierra andando, solo como monigote.

"�Qué pasó, hijo? �No te fuistes lejos siempre?"

"No, mamá, no me fui lejos. No, el dinero me lo comí. Pues con eso me estuve manteniendo. Y ya se me acabó y vengo que me dé más."

Híjole.

Entonces dice, "Ay no, no, mi hijo, yo por eso te lo dije. Te di ese ciento cincuenta. Esos son los únicos que tenía. Te di para que te fueras lejos. Nosotros esperando carta. A los quince días nada, y ya otros quince días, ajustó el mes, y nada. Yo estaba de apuración, �qué te habría pasado? �Por qué no me habías escribido?"

Y ahora dice, "No, mamá. Me he ido a San Luis. Allí estoy con mi tía. Se me acabó el dinero. Y me vine que me dé más, si tiene."

"No, hijo. Ya no tengo centavos. Yo creía que te habías ido lejos." �A la madre le dio coraje que no se había ido!

Entonces ya amaneció ese día. Allí estuvo platicando. Amaneció otro día. Y allí estuvo encerrado en la casa. Se pasó un día, dos días, ocho días, quince días se pasó, y ya se pasó los meses. Duró casi cerca del año. Encerrado. Del jacal al cuarto. Del jacal al cuarto. A la cocina, allá andaba. Y yo, ya me mandaban a la raspa, ya me mandaban a la milpa. Y la nana vendiendo. A mí me mandaban cuando tenía esa niña, la dejaba yo en la cuna chiquita.

Decía, "Deje esa criatura allí. Vete a Milpillas, ve a traer la miel. �La dejas ir, Julio?"

"Pues que vaya." En el cuarto encerrado. "Que vaya. Ve a la raspa, pero luego te vienes, no te tardes."

Pues me dieron la calle, como quien dijo, de ir a traer la miel. �En un burro! Se echaban unas árganas, y allí se metían los cántaros. Un cántaro por un lado, otro cántaro por otro lado. Yo llevaba el acocote. Pues me mandaban raspar, y se quedaba allí la criatura chiquita. Simeón estaba chiquillo. El se la pasaba durmiendo todo el día. El nene desperataba a llore y llore. Entonces dice que mandaron a Simeón que fuera a mecerlo. Pues lo lastimó. Era una de esas cunas así de costal. Y este chiquillo, estaba chico, fue y se trepó arriba de la criatura en la cuna para culumpiarse, para mecerse él mismo y el codo lo metió en el pecho de la criatura. Y yo venía de la raspa. Pues hasta Milpillas. Daba vuelta por allá, con el burro andaba a la presa.

Ya llegaba. "Andale, mujer, que la criatura está a llore y llore." Ahí estaba el otro que reventaba de coraje. Decía, "�Hasta ahorita vas llegando? Hija de tal madre. �Tanto rato que te fuistes, todavía no puedes llegar de la raspa?"

"�Pues qué cree, que está cerquita?"

"Pero, hombre, tanto rato. Por más que te encargo que no tardes, tanto que te tardas."

Eso era de día con día. De día con día. Me tenían que mandar a la raspa por la mañana. Y era pleito cada que llegaba. Ultimádamente me decía, "Ya fuistes con tus tales. Ya fuistes con tus mozos. �O ya fuistes a ver a tu madre? Ahora sí estás libre para que puedas pasearte tú. A eso te atienes. Porque estoy aquí, no puedo salir."

Ay, me cansaba la paciencia. "�Y porque no puedes salir?" Yo le contestaba. Entonces me ponía yo mis moños, como luego se dice, no sé.


��Me decía tanta babosada! Unas insolencias enormes que me decía. Y me golpeaba. Y me agarraba de los cabellos y me arrastraba. En ese tiempo que estaba él escondido así era. De cualquier cosita sacaba. Si le contestaba una cosa, me ponía en la boca. Pues allí estaba. Con perdón de la mesa, compadre, allí estaba. Pues hombre, por más que me enojaba yo. Qué vida fea de veras, eterna.

A veces me daba bastante. Pero de tan humillada que estaba yo, pues no sé, pero acaso como dijo ellos mismos me hicieron ser mala, como luego se dice. Como suponemos, contestarles. No dejarme yo ya de ellos. Me ponía a pensar. A veces que yo le contestaba así cualquier cosa, pues, "�Que está escondido por mí o estará escondido por su gusto? �Yo lo mandé a que se escondiera?" Yo le contestaba y él no podía salir porque estaba encerrado, huído. Yo hablaba más o menos en voz alta. Y luego me decía, "�Cállate, hija de tu madre!"

Y luego entraba la suegra. Ya oía que nos estabamos disgustando así, que él me estaba diciendo. La suegra me golpeó por tres veces. La primer vez que me golpeó, el achaque fue que llegó él borracho y luego empezó a pelear de cualquier cosa. Que ya porque yo salía pa fuera en la noche, salía al patio, o que fuera al baño. De todos modos le daba coraje que �porque me iba a ver al otro!

Entonces, esa vez que me golpeó, yo la palabra única que le contesté, le dije, "Bueno, �pues usted por qué me golpea? �Yo que le hago? Yo aquí estoy enjoyada entre la cocina y usted llega golpeándome. Otros lo hacen enojar y conmigo viene a quebrantar." No, no le hubiera dicho, que �sopas! me da de cachetadas. Entonces yo me puse a decirle, "Pues déle más, échele más, al cabo a usted no le duele."

Y sale la suegra del cuarto. También andaba empulcada, borrachota. Sale, dice, "Cállate, jija de tu quien sabe qué madre."

"�Mi madre qué le pide?" Y diciéndole yo eso cuando sin más sin menos � �sopa! �reata! � que me dio la suegra en la espalda con una reata de los burros.

"Cállate, mula rejiega. El perro es bravo y cuxilearle peor tantito." Quiso decir, que el hombre enojado, y yo le estaba rezongando. No, si más sin menos me dio dos reatazos en la espalda. Y fue cuando como quien dijo, ya empecé yo a aborrecer la suegra. Así.


Esperanza se calla, sorbe su coca. Se me ocurre preguntarla ��Y usted de veras no tenía querendones cuando estaba casada?

Mi comadre se queda desconcertada. ��Yo? �Ay! �se ríe de buena gana.� �Cómo, yo tener querendones? �Si no era dueña de salir a ninguna parte!

��O sea que la acusaba sin ninguna fundación?

�Pues si, inocéntemente, por eso me daba coraje. Pues ya me dejaron a la calle, �por qué me niego? Si yo no tuviera el hombre, nomás porque yo no quise. Responsabilidad de hombre, dije no. Yo sola, mejor. Así yo corro por donde yo quiera, ni quién me diga cho ni quién me diga arre.

Sin embargo, pues el otro que tuve después estaba más joven, yo estaba más vieja. Yo tenía 36 años cuando el Julio me dejó. Y él tenía 25 años. Estuviera yo con él, nomás que, pues. No. Así nada más.

�Era el comandante que... �empiezo a decir.

��Andele! �Lo conoció, eh? Ya ve, cuando él me habló era solo, tenía 25 años. Después se casó en el Saucito. Después ya ve, dejó la mujer, tenía que ver ahí con la mujer de ese que lo mató... �Se vuelve a callar.

Siento que hemos llegado a un capítulo difícil en su historia. No sé si preguntarle de sus relaciones con este hombre, muerto en 1983 en una pelea sangriente en la plaza de Mexquitic. Fue padre de las dos hijas y el hijo menor de Esperanza, sin embargo ella se negó a vivir junto con él. De él habla poco, tiene poco que decir... �o será que le da vergüenza porque sus hijos, los hijos de él, siempre acudan a escuchar sus historias? Para hablar de sus relaciones con este hombre tendría que hablar de su deseo, de su sexualidad, de las cosas de "allá abajo." Pero siempre esquiva tratar de estos temas.

�Vuelva otra vez a cuando la corrió la suegra �digo, para volver a abrir la plática.

Su hijo Mario, entusiasmado, dice ��Dile, dile, dile!

Se ríe. ��Les está gustando a ustedes! La vida, la historia. Cuando yo me muera dice, "Ay, sí, la vi en madre." Híjole.


�Bueno. Fueron 16 años de martirio. Y no vamos ni a la mitad, �eh? �Ni a la mitad! No le he platicado de cuando se murió la niña. Eso fue cuando estaba escondido él. A eso estuvo �no le digo que un año? Es cuando yo permanecí con la criatura, �eh? Entonces le decía la gente a la suegra, que �donde estaba su hijo?

Dijo, "No, yo no doy razón de mi hijo. El ya se perdió en la carcel."

"�Entonces su nuera? Porque ya mero tiene un �."

"No, cállese. �Se acuerdan cuando se fue? Ahora que salieron de vacaciones los niños."

"Ah," dice, "�entonces su nuera se fue a San Luis y ya vino con esa maleta?"

"Sí."

"�Y usted no le da coraje?"

"Pues aunque me dé, �qué hago? Yo lo hago por los hijos. Por las criaturas."

Entonces él duró casi cerca del año escondido en la casa. Fue cuando se nos murió la niña. La niña se veló en el cuarto, y él estaba en el jacal encerrado.

La fueron a coronar, y platicando, "Comadre, comadrita. �Y mi compadre?"

"No sé decir. Ya tiene tanto año que no sé de mi hijo. Donde estará, donde no."

"Válgame Dios. Bueno, dichosa la criatura. Ya se fue mi compadre, ya la criatura se murió."

"Sí, pues a ver."

�Y él, enjoyado del jacal! Otro día se sepultó la criatura, y siguió él allí. Se llegó el mes de noviembre. Más recuerdo yo por los muchachos que salían de la escuela. Pues en ese mes de noviembre se agarran el pleito, la suegra y el hijo. La suegra, que, "�Mantenido! �Atenido, mantenido!" Y el hijo hablaba en secreto, "Caaallese, mamá, caallese, usted se aprovecha porque me ve aquí."

"�Lárgate! que ya me tienes aburrido aquí. Junto con tu familia."

Entonces yo tenía 20 pesos alzados. Ahorrados 20 pesos, de eso que vendíamos el durazno. Tenía yo 20 pesos ahorrados, escondidos por allí, enterrados que no me los vieran. Y el otro, pues ni un cinco, manos cruzados.

Dice, "Yo ya no soporto mi madre, yo ya no la aguanto. Me voy a largar. Y ahí te quedas."

Dije, "No. �Yo que me quedo? Usted que es su madre y no la aguanta, mucho menos yo," le dije. "Yo lo sigo, yo no me quedo."

"Bueno, pues, entonces anda, maleta tus tiliches que tienes ahí."

Pues que hice maleta, los pocos tiliches que yo tenía, de garritas mías, de los chiquillas � ay, cualquier cosa. Los trastes. Yo no tenía ropa. Los chiquillos igualmente, casi como quien dijo los mismos que traiban puestos.

Dormimos alguna hora, dos horas, y que dice, "�Orale! �Ya levántanse! �Vámonos! Son las 3 de la mañana. Andele, vámonos." Cuando cantaban los gallos ya sabía qué hora iba a ser.

"Muchachos. Muchachos, levántense, vámonos." Los chiquillos ya estaban grandecillos. Ya tendría nueve años y el otro ocho años. Se levantaron luego luego.

Me dijo, "Anda, dígale a mi mamá que ya nos vamos."

"�Yo qué?"

"Bueno, espérame* Yo voy a ver a mi mama*"

Coeió y le tocó la pueRta, y le habló. Aunque se peleó, pero no nos fuimos escondidos de ella.


�Eran como las tres, cuatro de la mañana. Nosotros en el cerro, por orilla de la carretera. Y allí vamos. El adelante y los chiquillos detrás de él y yo más atrás. Y cada que carro que pasaba en la noche, se tapaba con la cobija. Agarramos el camino viejo. No me lo crea, pero nos fue a amanecer en el Saucito. Pasamos por la Avenida de la Paz y fuimos a dar a la Veinte de Noviembre, allá donde vive la tía.

"�Nos da permiso, tía?"

"Sí, está bien, �cómo no? Bueno, �ahora en qué vas a trabajar?"

"Voy a trabajar en paleta. Voy a sacar la paleta en el día y me voy por las orillas."

Pues así. El me ponía a vender tunas por la de Ponciano Arriaga con los chiquillos y él se iba a vender la paleta a las orillas. No en el centro, para que no lo vieron los de aquí. Y allí estamos viviendo con la tía, la hermana de la madre. Pasamos todo noviembre, diciembre, hasta enero. Esos dos o tres meses los pasamos como digo más o menos.

Y se llegan los días que van a entrar a clase aquí. Pues que allí va la viejita. El va llegando con el carro y con la viejilla nana. Yo estaba allí vendiendo las tunas. Cuando va llegando dice, "Buenos días."

No le contesté.

"Uy, que enojada estás."

Entonces los chiquillos, "Abuelita, abuelita, mamita."

"Ah, hijos vine a verlos. Váyanse pa la casa, porque ya les están exigiendo en la escuela. Y luego hubo una junta del ejido y dijeron que allí te hablan por tu nombre, tú hijo. Por la parcela. La gente está sabiendo que tú no estás. Entonces yo te vengo a aconsejar que, mira, manda la mujer para allá, que vayan los chiquillos a la escuela. Y la mujer la ven allí. Siquiera no les quitan la parcela. Mira, hijo, tú te puedes quedar aquí a vender la paleta, trabajas, les mandas dinero. O ella vendrá, los viernes se puede venir a la hora que salgan de la escuela. Se va hasta otro día domingo. Puede venir la mujer, que te lleve la ropa para que te la lave, �mm? Y así, tú te quedas aquí a trabajar y ya le das dinero a la mujer para las criaturas, para ver con qué nos ayudamos, porque a veces yo vendo y a veces no."

"Bueno, está bien, mamá. Dice bien, está bien."

"Bueno, cuídate, hijo. Diosito santo, que no te vayan a ver."

Como un mes la pasamos bien. Ya me daba dinero, y hacíamos de cenar allí. Y otro día me venía, me daba dinero. Ya unos veinte, treinta pesos, era mucho. Le tenía que dar el dinero a la madre. "Ten, le das a mi mamá. Que ella compre el maíz." Le tenía que dar el dinero.

Ya pasado del mes me empezó a hacer mala cara. Pues fue cuando se halló la otra. De tanto y tanto, será que lo vio la prima. "Esperanza," dice. "�Sabes? �Trae otra! Es de permanente," dice, "pero es una gata porque está en una casa." Que las gatas son criadas. Fue cuando me dijo la tía, "Yo ví que él salió y luego más atrás iba una vieja, amarrada de la cabeza con una pañueleta. A mí se me hace que está trayendo aquí a la vieja a dormir. Yo no sé si venderá paleta o no. Así, ponte a espiar." Eso fue cuando me tocó esa vez agarrar a la vieja.

Por eso me decía mamá, "Tú fuistes una tapadora de ese pelado. Pues sí ahí tienes patada que te dio. Tanto que tú le tapabas a ese tal por cual, tú consintiéndole, tú dejándole la cobija y luego cuando ya lo hallastes con otra vieja, �por qué no lo refundistes? Hablates a un policía, lo hubieras refundido allí. Tú le considerastes. �Pensabas que te iba a levantar de vuelta con tus nenes?"

Pues sí, pensaba yo que dejaría la vieja esa que traiba y vendría. Vendría de vuelta a recogerse allí con nosotros, con los chiquillos en la casa.


�Ahora pues ya fracasé yo con los muchachos. Ahora ya tengo muchachos grandes, �pues ya qué? Ahora cuando paso, ahí está él, empinado ahí nomás. Ustedes lo han visto, �no? �Esperanza se detiene, toma de su coca.

�Sí �contesto�, lo hemos visto.� Flaco y triste, Julio se sienta todas las tardes en la puerta de su casa. �Pero está ciego, �no?� pregunto.

��Se hace de ciego!� Esperanza se echa a reír. �Dice que ha platicado que yo lo tengo embrujado. Les platicó a los mismos hijos. No, es una historia muy grande que todavía no puedo acabar, comadre, no. Apenas, apenas vamos a la mitad.


�Cuando yo tuve esa criatura en junio, ese niño que según la suegra yo cargaba de San Luis, él estaba en Tampico con la querendona. �Entiende? Yo los agarré en mayo. En junio me alivié. Yo, con la suegra. Ella misma le buscó padrino. La criatura se llamaba Juan porque fue del merito 24 de junio, el día de la Santísima Virgen de San Juan. Y a la vuelta del año, en mayo, ajustó un año, es cuando él vino. Regresaron, él y la mujer. Pero no llegaron a la casa, sólo que se fueron a Paso Blanco con la hermana.

Entonces yo ahí estaba con la suegra. Bueno, me comía las horas amargas, como luego se dice. Ya se bautizó, ya fue criando la criatura, pero enfermizo. Le pegaba basca, le pegaba diarrea, la calentura y así como los otros se me murieron. Pues sí, pues corajes que hice. Claro.

Entonces al año, como a últimos del mes de mayo, vino la hermana, la hija. Estaba yo en la casa. Entra el muchachillo, el ese Macario, dice, "Mamá, mamá. Ahí está mi tía Merce, �qué cree lo que oí?" Me fue a decir a la casa. La madre estaba en el puesto con la hija.

"Yo ví mi tía Merce que llegó y se metió para el puesto," dice, "y luego yo, no me miraban a mí donde estaba, me fui por reliz de la pared y me escondí atrás del puesto. Y oí que mi tía dice, 'No, mamá, córrela,' dice, '�para qué la tiene en la casa? Mi hermano dice que ya no la quiere. El allá está en la casa conmigo,' dice, 'y dice que ya no la quiere, que �para qué la tiene aquí?, que �por qué no la corre?' Y luego dice que es muy buena, que es muy buena muchacha, es muy buena y lo quiere mucho, que hasta le da de comer en la boca, a mi papa." Que según estaba oyendo. Y entonces dice, "Yo oí todo, mamá. Nomás que me moví y soné las tablas. Y me vio mi abuela y me regañó y dijo que por qué estaba oyendo lo que no me importaba." Dice, "Yo mejor corrí pa bajo y dí vuelta pa acá y me metí."

Bueno, eso me dijo el muchacho en el día como a las cuatro. Las cinco, las seis, las siete, las ocho. Y yo ya no salía a ninguna parte. Los nenes salían, iban a jugar. Yo tenía la criatura chiquita. Ya iba a ajustar un año en junio. Faltaban, creo ocho días. Murió antes del año.

Como a las ocho de la noche cerró su puesto la viejilla y se metió a cenar. "Ya vine. A ver que me tienes." Teníamos que no cenar nosotros hasta que ella cenara. Si llegaba a las nueve o a las diez de la noche, a esas horas teníamos que comer porque ella tenía que servirse ella y servir a nosotros. Pues estamos esperando, �no? que la veo yo. Se le sale a la plática y dice, "�Qué crees tú, mujer?" Pero yo ya estaba sabedora.

Dice, "Pues que vino Merce. �Qué crees lo que me vino a decir?"

"Sabe."

"Pues ella me hizo creer, quién sabe, será cierto, que el muchacho está en la casa de ella. Que allá está en Paso Blanco. Que trae una mujer. Pues me dice que es muy guapa, que es muy bonita. Yo creo hasta no ver para creer."

"Ah."

Y comiendo, verdad, comiendo, �eh? Dice, "Pues me dijo Merce, vino Merce a decirme que te corra. Que mandó decir el muchacho. Porque él ya no te quiere. Yo le contesté a la muchacha. Pues, 'Ella no me da lugar para correrla. Ya tiene un año que él anda fueras de aquí de la casa. Bueno como dijo dos años.' Y dice, 'Mi hermano ya no la quiere. Mi hermano dice que él de su parte no la quiere. Ya no la quiere porque le hizo muchos desaires, que cuando lo agarró en San Luis, que lo que él no esperaba.' �Cómo ves?"

Entonces le fui contestando yo. Que le dije, "Mire, pues usted como dueña de su casa y yo como una triste arrimada," le dije, "me puede echar afuera a la hora que usted quiera." Dije, "La que trae es su esposa, yo soy una triste querida," le dije. "Y así es que mismo, si ahorita dice que patas pa fuera, me salgo. Me voy que me voy."

�Mm! A come y come. Dice, "No, pues eso me dijo mi muchacha que dijo el muchacho, pero sabe. Ahí tú. Te voy a decir una cosa, yo ni corro ni detengo. Con eso te digo todo. Ahí tú lo sabes." Bueno, total. Acabó y no acabó. Dejó el plato.

"Bueno, ya acuéstense. Ya me voy a acostar yo también."

Se acostaba en su cuarto, yo en el jacal con los nenes. La criatura enferma, días medios malos. El no tomaba leche, él no nada, yo tenía que darle de mamar. Sí, sí me dio coraje. Dije, "Híjole," pensando cómo le haría yo.

Amaneció otro día. Ella enojada, yo también, igualmente seria. Seguimos ese día, el otro día, seguimos otra semana. Y el nenillo se veía más, más, más, más colgado ya de calentura. Me ponía a pensar en esa semana, dije, "�Cómo le hago? Si me voy con mi mama, me salgo así, �cómo me irá?" Pero pensé, dije, "Me voy, me salgo. Me voy escondida, me voy con mi mama, con el nene que � no, este nene no me vive. Pues me aguanto. Me aguanto pa ver el fin de la criatura. �Me voy a llevar la criatura y enferma? Pues le voy a dar molestias a mi madre, se me llega a morir allí. �Yo con qué lo levanto? �Mi madre qué necesidad tiene?" Pensaba yo, dije, "Pues no me voy. Y a ver quién veo con esta criatura."


�Onde que le mandé a uno de los muchachos, "Vayan a decirle a tu abuela, que cómo lo puedo hacer yo."

Entonces mi mama fue a decirle a mi hermana. Mi hermana le dijo a una muchacha que es señora ya, que es alicenciada, que esa muchacha nosotros la criamos de la edad de cinco años. Ella y el hermano eran alicenciados, donde nosotros los criamos trabajando allí en esa casa, que estábamos las dos juntas. Yo era de la cocina. La señora se llamaba Dora. Ella se llamaba Rosita. Estaba trabajando, todavía no se casaba, porque el marido no la dejo ya seguir la carrera. Entonces pues, mi hermana no calló, le fue a decir a la alicenciada, que este es el pleito. Bueno, será le platicaron, y mi hermana le platicó a mi mama, y mi mama vino a decirme.

"Sabes que dijo tu hermana, le fue a decir a Rosita, la vida que tú pasabas, cómo le harías. Entonces dice Rosita que a ella la esperes, que viene pa tal día. A ver cómo te va. Te arreglas con tu suegra. A ver que pleito hay. Y vas a entregar el pelado porque lo vas a entregar."

Se llegó el día en que me dijo mamá que iba a venir. Y la criatura entre más, más, más doblada. Dije, ahora sí me meto a la brava. Tope lo que tope, pero me voy a meter a la brava. Yo estaba lavando los trapos de la criatura. Los muchachos, no me acuerdo, estaban en la escuela o andaban en la calle.

Cuando me toca la puerta. Y nomás estaba yo, la suegra estaba en el puesto enfrente vendiendo. Cuando me toca, dice, "Hola." Dice, "A ver Esperanza, ven acá." Pues yo como dijo, de miedo. Dije, pues qué es lo que irá a pasar? Dice, "Ven, no tengas miedo." Ella misma rempujó la puerta y se abrió la puerta y estaba yo mero enfrente. "�Cómo estás? �Qué haces? Oyes, �dónde está tu suegra?"

"Pues ahí está enfrente."

"Bueno, está bien. Ven, vamos. Hágame el favor, ande enséñeme donde es la presidencia. �Orale!"

"Pero ahí está mi suegra."

"No importa que estenga tu suegra. Orale, vamos, después me platicas."

"Espéreme, deje sacar mi nene que tengo aquí."

Dijo, "Pues ándale, tráelo."

Me agarré el rebocito que tenía y saqué la criatura. Rosita se bajó pa abajo, junto al carro. Venía ella y el papá y el hermano. Yo bajé, salí de la casa. Dice, "Súbate. Súbate, acompáñame para acá."

Pues se oyó muy bien lo que me dijo, pues a mitad de calle. Y la viejilla nomás se quedó mirando así, arriba del mostrador del charranguío que tenía allá. Y ahí vamos. Y �yo me temblaba el corazón! Yo sentía algo feo. Dije, "�Cómo le voy a hacer? A lo mejor ya no me deja entrar, despues yo tengo la culpa." Bueno, se me hacía un mundo cerrado, como luego se dice. Pues que dice, "�Cómo has estado, Esperanza? Ya me platicó tu historia Hipólita. No tengas miedo, Esperanza. No te pasa nada. Vas a salir con la mano en la cintura. Y vas a salir tú ganando que él. El se va a ver atrasado, aunque tienes la culpa que tú le tapastes todo a ese viejo. � �Aquí es?"

"Sí, ahí enfrente."

"Bueno. Salte." Entramos.

"Muy buenos días," dice. "Oiga despense, �dónde es el ministerio público?" Yo ni sabía, pues yo enjoyada.

Dijo, "A sus órdenes."

"Ah, �usted es?"

"Soy el secretario. �Qué se le ofrece, señorita?"

"Mire, vengo con esta señora. Vengo a hablar por partes de ella. Yo quiero que me la atiendan, si se puede ahorita."

"Sí, estamos para servirle, señorita." Era muy atento ese finado. El le tanteaba muy bien a quién era del delito y quién no. Le daba su derecho a quién se quejaba amargamente contra aquel. Y ahora �no! Ahora todos adentro, si no echan pa acá dinero y el derecho se lo dan al que no lo merece.

"Vengo con esta señora a hablar por ella. Yo quisiera que ahorita se arreglara. Pero ella dice que no." Entonces dice, "No, nomás vengo yo a recomendarla aquí. Pa el día que se le ofrezca, me hace el favor de atenderla."

"Sí, �cómo no, señorita?" Como él sabía la vida que yo pasaba y que él estaba escondido. "Sí, señorita. Si quiere ahorita, ahorita. Mandamos a traer aquí las personas quienes sean."

"Pues ya ves que lo que te digo, Esperanza. �Orale! si quieres de una vez, éntrale a la brava."

"No, mire," le digo, "ahorita no. Ahorita, no está enojada conmigo. No, cuando de veras hasta me corra. Deje, que al cabo no tarda. Si no, al rato o mañana ya estoy por aquí." No, allí me dí valor yo misma pa contestar.

"Bueno, Esperanza," dice. "Ustedes, cuando esta señora se queje, al rato, mañana o pasado mañana, me hace el favor de atenderla, �eh?"

"Sí señorita, �cómo no? Estamos a sus órdenes para servirle."

"Bueno, ya te digo, Esperanza, no tengas miedo. Tienes el derecho tú, no él. Porque él �ya cuántos años que se fue?"

"Pues ya son dos años."

"Ahí está. No, él ya perdió el derecho para tí. �Mm? Tú no eres esclava de tu suegra." Bueno. Se fue Rosita con su padre, con su hermano, compraron unas gorditas �creo que fue un jueves� y ya se despidieron, ya se fueron.

Entonces regresé a la casa. Yo que me meto pa dentro, sigo mi quehacer. Ella estaba en el puesto. Al ratito fue ella a la casa, se metió. Dice, "�Ya vinistes? �Ya te fuiste a pasear?" Entonces, "Vaya, �ya te vino a sacar esa vieja perra flaca? Ah, pues ella con uno y tú con otro." Como vino Rosita con el papá y el hermano. Y yo seria, seria. "Qué bien, vino a mandar como reína, qué bien. Siempre ya te dio tu vuelta, ya te fuistes a pasearte con ellos. �Viejas huilas!" Y salió pa su puesto.

�Ay yo me quedé enchilando ahí! Pero dije, "No me salgo y no me salgo, hasta que no le vea fin la criatura." Y así me pasé así las horas, los días amargos en esa ocasión. Y cada ratos me cantaba, que, "ya te vienen a sacar" y que, "aprevente pa que te lleven pa sacar a dar tu vuelta" y esto y que lo otro. Eso me decía.


�Así pasan los días. Onde que ya la criatura entre más, más, más, más, más malo. Por fin, hasta que se murió. Se murió la criatura en unas horas.

Ya no hay ninguna lucha, �cuál? Ella ya no hizo caso de que los curaran. Ella no doctor, no nada. Yo nomás lo que le servía era por ahí una manzanilla si la tenía, pero �de dónde sacaba medicinas para darle? Pues onde que la criatura se murió. No me acuerdo si se murió en el día o se murió en la noche o amaneció, a veces no me acuerdo bien. El chiste que la criatura estaba tendida por el día y en la noche iba a ser la velación y ahí llegaron por ahí unos niños con flores, y me metí pa el jacal.

Entonces llegó una señora que ya se murió, que era de Milpillas. Estaba yo en la puerta del jacal adentro, dije, "Ay, viene esta mujer pa acá. A ver qué me dice." Ella me dice, así en secreto, "Buenas tardes, muchacha, buenas tardes."

"Buenas tardes."

Y que echa dos pasos y que se devuelve y se arrima a la puerta. Dice, "Mira, mujer," dice, "abusada, ponte abusada," me dice, "porque tu suegra dice que tú te tragates el niño. Tu suegra dice que tú te tragates el niño y que se las vas a pagar."

Yo me quedé por ahí pensando. Y ya bajó la mujer. Que no dijera nada, que me callara. Bajó la mujer. "Ya volví, comadrita."

"Sí pásele, pásele." Pero sí, en un decir Jesús me dijo esas palabras, que me estaba mentando la viejilla. �Mm?


�Bueno, pues ya otro día se sepultó el niño. No recuerdo si fue jueves o fue entre semana o fue domingo, pasamos ese día. Iba a justar ocho días el niño de muerto, de sepultado, pues yo como siempre allí enjoyada en la casa. Onde que se me ocurrió que yo salí a la puerta. Dije, "Pues los nenes, sabe dónde andarán por ahí los muchachos. Pues yo �qué me detiene aquí?" Pues que me asomé a la puerta. Los muchachos andaban por ahí jugando al lado de la casa de Dorotea, entre la bocacalle, y yo me quedé parada mirando. Me quedé parada, la mera verdad, cuando veo Dorotea. Y venía para acá, que tenía su puesto para acá.

"Buenas tardes, Esperanza."

"Buenas tardes, Dorotea."

"�Qué haces ahí tan triste?" Se paró ella.

"Pues aquí nomás, mire."

"Ah, qué Esperanza. �Se te murió tu niño?"

Le digo, "Sí."

"Híjole, �se te mueren muchos?"

"Seis."

"Ah," dice. "�Qué, estaba enfermo?"

"Pues sí, nomás lo que le pegó fue basca y diarrea."

"�No le hiciste la lucha?"

"Pues �con qué?"

"�Ay, qué bárbaro! Qué martirio de veras tienes."

Y yo así.

"Híjole. �Y el pelado?"

"Por ahi anda en San Luis," se me salió decirle. "Por ahi anda en San Luis."

"�Ah, anda en San Luis! Pero luego �cómo dice tu suegra? Pues platica con la gente que tú ese nene lo levantates nomás asina, que ella no sabe de su hijo. Pero sabe ella de él?"

"�Como no! Hasta trae la querida."

"�Ay, ya ve! Luego �cómo tu suegra se limpia con jabón de pureza, que no sabe de su hijo, que tú resultates con ese nene, que ahí te tenía que porque es buena, que por los chiquillos, que si no te correría, que no sabe de su hijo, que tú levantates ese nene nomás así?"

"�Ah sí! Eso ya lo sé, que eso dice por ahí. Pero sí sabe del hombre, estando en San Luis. Pues que tiene la otra querida, la otra vieja."

"Ah, ese pelado ya está mañeado." Eso me estaba platicando cuando volteamos pa allá para abajo. Dice, "Andale, allá viene tu suegra. Híjole, te va a poner como cachucha."

"Pues sí."

"Sí te maltrata, �verdad? A veces por ahí oigo yo que los está maltratando."

"Sí," digo.

"Ay qué martirio. Qué feo." Entonces dice, "No, no me voy. Mejor la voy a esperar, si no dirá que la vimos y ya me voy a correr. No me voy. Aquí me voy a estar."

Y ahí va y ahí va y ahí va. Pasa la casa de Don Berna, y ahí va entre más, más. Y no se fue Dorotea. Ya le cambió ella la plática a otra. "Los nenes andan jugando, sí, pues sí, pues está bien."

Por fin llegó. Dorotea estaba en la calle y ella iba subiendo pa arriba cuando me vio. "Buenas tardes, doña Timotea."

"Buenas tardes."

Ya llegando pa arriba, entonces dijo Dorotea, "Bueno, Esperanza, ahí nos vemos."

"Sí, ándele."

Y luego dice la suegra, "�Eso lo que querías? �Por eso te tragates el niño? Nomás estar en la calle. �Qué buscas? �Qué miras? �Qué cuidas? �Qué te preguntan? �Qué te dicen? �Qué quieren saber de la vida de aquí? �Te cuidaron la panza, si la tienes llena, si la tienes de hambre?" Y dice, "�Ya fuistes a darle el duelo a tu madre? Yo creo, pues ya estás muy serena aquí en la puerta. Ya irías a ver a tu madre."

Y entonces en eso, no me quité de la puerta. No, hasta parece que desde esa vez que me dijo eso, ya perdí miedo. Yo ya no le tuve miedo. Hasta parece que me dieron cuerda.

Entonces dice, "�Qué te pregunta esa vieja? �Qué quiere saber? �Cómo te trata tu suegra? �Comes, no comes? �Qué, qué, qué platica? �O ya te trae los mensajes de tu madre? Yo me voy a mi mandado y aquí quedas, yo creyendo que estás en la cocina como una señora, como una señora decente. Una señora de respeto no está en la calle. En la calle las viejas que no tienen que hacer. Viejas huilas," bueno. Que me mienta mi madre.

Pues que se mete y no me quité de la puerta, nomás me hice un lado así pa que pasara ella. Y se metió a hable y hable y abrió su cuarto, porque siempre dejaba su cuarto cerrado con candado, y se metió a digue y digue.

Y cuando oí, que yo oía los consejos de mi madre, que había ido a ver a mi madre, que quién sabe cuanto, me dio coraje, y que me doy la metida pa dentro. Que paso en frente de la puerta del cuarto y le digo, "Cómo me colma usted que mi madre, que mi madre. Pues mi madre no la ofende a usted nada. �Entonces por qué a cada rato la mienta a mi madre? Y �qué tanto pleito usted conmigo?" le digo, "Ahora," dije, "mire. Si en antes fue la suya conmigo pues ahora es la mía con usted. Y ahora sí dígame todo lo que quiera." Dije, "Ya me cansó la paciencia. Usted y su hijo," le dije, "principalmente su hijo, como me ha tratado. �Por qué se murió la criatura?" Dije, "�Por qué se había muerto todos los nenes?" Dije, "Si antes," dije, "si antes fue la suya, pues ahora es la mía. Ahora sí, dígame todo lo que me quiera decir ya como nos toque. Y si tiznazos quiere, tiznazos hay. No van a ser los tiempos de antes que usted me agarró hasta el pescuezo y ahorcándome y a mazotazos y reatazos." Que me paré en el patio y que le digo todo eso.

Cuando yo le dije eso de los tiznazos dijo, "�Ja!" Me dijo, "Pues chíngate tú sola. Chíngate tú sola. Si quieres chingarte, chíngate tú sola."

Dije, "Verdad, que sí le saca."

"Estás loca, pues chíngate tú sola."

Pero adentro ella del cuarto. Y yo afuera. Y ya le dije, "Pues ya no soy dueña yo. �Su hijo sí, su hijo sí se ha de pasear al derecho y al revés y yo estoy aquí como esclavo!"

Ella mejor ya se calló y le echó la miel a su pulque y se peló a ver el querendón. Ya en la tarde. Sabrá Dios a qué horas vendría de la noche. No cenó, ni yo tampoco. Nomás le dí a los chiquillos, a propósito agarré la olla y les dí de cenar a los muchachos.

Pues hasta otro día, que amaneció y ni maiz para dar de comer. Serían como las siete y media o por ahí cuando yo me levanté. Ella también ya andaba levantada. Se iba a ir a la raspa, cuando me avienta un peso con cincuenta centavos. "Ten. Ahí está ese dinero pa que vayas a comprar maiz. Pa que le eches una gorda a los muchachos."

Y no le contesté. Y se fue. Entonces yo fui a ca doña Paula, compré el ��qué valía?� el kilo de maiz o cuarterón o kilo y medio. Ultimádamente yo de tanto estar moliendo en cada metate tantos años, como él no quería que yo saliera nomás al molino, dije, "Mm, yo�." Puse nixtamal y lo dejé que se enfriara y le eché agua fría y ya que se enfrió me vine con doña Paula. Dije, "Doña Paula, por favor me muele mi nixtamal y, y, se lo debo." Sí, doña Paula es muy buena gente. "Sí, cómo no." No sé cuánto cobraba, pero sí cobraba barato.

Ya molí y llevé la masa, una pelota de masa así. Ya llegué a la casa. Y luego estaba yo prendiendo la lumbre que iba a echar la masa a tortillar, cuando va llegando ella. Ya por ahí andaba enojándose con las gallinas, que las gallinas se paraban por ahí. Yo así seria. Entonces, sabe que estaba desgranando maíz ella, no sé que estaba haciendo, cuando dice, "�Ay muchachos! �Qué están haciendo en la calle? Muchachos brigones, muchachos estos�," bueno, tratándolos mal.

Es que ya andaba borrachilla, pues ella andaba en ayunas. Entonces y que, y que, "Aquí," como dijo, "aquí mi casa, ahora como digo yo mi casa, mi casa será para él que me granjee, la que me vea y la que me cuide y la que me granjee será mi casa." Empezó a decir, a echar habladas. "Mi casa será para la que me cuide y me vea y me sepa granjear, no para las que no granjean nada." Y esto y que el otro.

No, ya no soporté. Y en eso que yo iba a poner comal pa echar todas la gordas, que me sale, que tanto me trajiló, que mentó que la casa era para quien la granjeara, quien la cuidara y quien la viera, no pa la quien sabe quien, que me dio coraje. Que entonces que agarro la masa y la aviento entre una canasta y la meto para el jacal y digo, "Oiga. Usted sigue con sus sermón. Ora pues de una vez �dirígeme, dirígeme! de una vez écheme pa la calle. �Pues qué tanto me está echando de tanta hablada?" Entonces cuando yo le dije, "A ver usted. �Qué dice usted? Que no sabe de su hijo, �verdad? Que yo el nene que tuve, que yo lo tuve de los pelados, que me fui a San Luis porque yo me fui y tuve yo el nene de otro pelado y que no es de su hijo. Y usted esconde a su hijo, �verdad?" Pues yo ya hablé a voz alta, como luego se dice. Dije, "�Verdad, usted esconde a su hijo? Usted que dice que no sabe de su hijo. Y yo desde ahora voy y lo refundo. Voy y la acuso a la presidencia. A ver."

"�Ah? ��Ah?! Pues sí, para eso estás buena, pues ya tienes el hocico suelto. Pues ándale, �crees que te tengo miedo?"

"No, pues tampoco. Usted �qué va a tener miedo? Al contrario, del miedo soy yo. Pero vamos a ver. En el juzgado nos vamos a ver."

"�Juzgado?"

Di, "Sí."

"Pues ve tú que tienes asunto qué arreglar en el juzgado. Pues yo no. Estás loca. �Con qué de ánima andas tú ahí espantando?"

Le dije, "Sí, hombre, sí."


�Y ya no tortillé. Me alcé la masa y corrí a ver a la justicia. Lo hice inmediatamente, eran como las once, doce, por ahí. Ya les dije a los chiquillos, "No, ya es el colmo. Por mí, ya no tengo necesidad de estar sufriendo con la suegra. Bueno, a ver qué consejo me da."

No, pues que me pelo pa la justicia. "Buenos días," dice. "�Qué trae, señora?"

"Pues vengo ahora sí a quejarme."

"Ahora sí," dijo, "ahora sí la echaron de patitias."

"Sí, me echaron de patitas pa fuera."

"Bueno, oiga, �y su marido?"

"Por ahí anda en San Luis."

"�Ah! A poco," dijo. "�Luego cómo dice su suegra que no sabe de él? �Ay, qué caray!"

"Ya me colmó de que se me murió el niño."

"�Ah, tuvo angelito?"

"Sí. Pues, se murió el niño por lo mismo."

"Ah, pues se sabía que su suegra dice que el niño no es de su marido, que era de otro hombre."

"Sí, �verdad? Nos hemos salido a callos por nuestras orejas. Sí," le dije, "es el colmo."

"�Qué le pasó? �Cómo fue?"

"No, pues así, así, así," dije. Entonces ya le empecé a platicar yo la historia, cómo, todo, todo.

"Muy bien," dice. "No, pues ya va al gane, doña. Pues con razón. Pero que viejilla tan alcahueta. No, no tenga miedo, usted tiene el derecho. Ahora verá, aquí no le va a pasar nada. �Qué pelado de veras! Pero que no lo pudieramos agarrar."

"�No! pues casi que se fue pa Tampico hace un año. Yo, pues tal tiempo le agarré yo la querendona en San Luis."

"�Los hubiera metido allá en San Luis, hombre!"

"Pues �cómo? �Qué hacía yo de mujer sola allí? Pues ahí estaba cerca la caseta yo en Tlaxcala," dije, "pues sí, no sé."

"Sí, pues usted fue la única que le toleró todo eso. Pero sí le pertenecía mucho, si usted lo hubiera entregado en esos días � �no! cállese, no diga, �bien refundido aquí que a veinte años no salía! Porque principalmente, el castigo es por haberse fugado la ley. Tiene más delito por haberse fugado de la ley. Bueno, pues eso ya estuvo. Ahora vamos a ver que le dice su suegra."

"Pues �qué hago?"

Dice, "No, pues usted ya no esté porque la aguanta su suegra, usted tiene que aguantarle su marido, no su suegra. Sálgase," dice, "saque sus cosas que tenga y sálgase. Ya no le diga nada, pero si ella le pone las manos � �mejor que le ponga las manos!" dice, "para así la refundimas. Viejilla, la refundimos."

"Mire. Pues ahorita no está. Y si como dice usted que yo saque mis pocas cosas que tenga, cuando ella venga le digo que no me deja salir � me agarra a rempujones, que me meta pa dentro. Pues me hace mucho desatinato," le dije, "me corre, después me está atajando."

"Híjole, no, pues de a tiro se burla de usted. Pues mejor, saque todas sus cosas que tenga y deje nomás una sola cosa. Y cuando venga a su casa, entonces usted le dice así, 'Bueno, señora, muchas gracias por el tiempo que usted me tuvo mucha paciencia, pero gracias que ya. Usted se enfadó conmigo y me ha dado a la calle, así es que, hasta ahi nomás.' Pero usted le dice cuando ya va saliendo de la puerta, porque si usted le va a decir allá adentro, pues la ataja y no la deja salir."

Y así le hice. Ella iba saliendo, me dijo, "Ah, eso lo que querías y eso lo que quieres. Vieja," quien sabe lo que me quedó diciendo. Yo salí pa la calle.

No, que sale ella de la puerta, a reniegue, reniegue. Que viejas este, que viejas el otro. "�Hoy van a ver! �Qué cree que se anda burlando de mí, hoy va a ver!" Y se inclina pa la presidencia a poner una demanda, que me viniera a sacar y me metiera a la carcel.

Que yo estoy en el ministerio público cuando ella va entrando a la presidencia. Entonces ya va el comandante. "Señora Timotea, le habla aquí el público."

"�Yo, el ministerio público? Yo no tengo asunto con el ministerio público. Yo vengo aquí a poner un asunto aquí en la presidencia."

"Señora, le habla el público. El ministerio público no espere que más suceda. Le hablan allí."

Quiso o no quiso, quedó su demanda. Y fue al ministerio público.

"Señora, aquí le mandamos a hablar, que usted tiene una demanda. Aquí la señora puso una demanda contra usted."

"Ah, �sí? Ah, qué bueno."

"No, pues aquí la señora puso una demanda contra usted, que usted la ha corrido."

"��Yo la corrí?!"

"Pues sí. A ver, señora, diga."

"Que le demando porque esta señora desde cuándo, ya les platiqué toda la historia, desde cuánto tiempo, yo ya no puedo hacer la vida bien con ella," le dije. "Luego el hombre mío que es su hijo de ella, pues me mandó correr porque yo lo hallé con la querendona en San Luis. Y estaba yo viviendo allá con ella, tuve un niño, y esta señora sacó el chisme diciendo a la gente que yo el niño era de otro hombre. Y que ella no sabía de su hijo. Su hijo se fugó aquí de la carcel, así es que ella su hijo le ha tapado mucho, ella a su hijo. Porque ella lo niega, que no sabe de su hijo y ella sí sabe de su hija, se da cuenta. Y ahí está nomás."

Y entonces dijo, "Ah, pues qué bien. Ahora a ver, �qué dice usted, señora, con aquí su nuera?"

"Pues no. Aquella dice que la corrí, pues no es cierto."

Dije, "Sí es cierto. No se niegue. Usted me ha golpeado peor que si yo me hubiera casado con usted. Figúrese nomás," dije, "yo ya no. Ya de que salí, me salí."

Eh, pues ahí nos dijimos todo, todo.

"Bueno, mire señores." Dice, "Dice un dicho. Que, madre no puede pagar por hijo, ni hijo por madre. Entonces así es que el arreglo es, usted y su suegra, y usted y su nuera. Usted dice que ya no la recibe. Su nuera dice que ya no entra a su casa. Entonces, pues no, es una cosa facil. En estos asuntos es solamente su marido. Pero por los años que ya tiene su marido que no cuenta con ella, ni ella con él, pues ya perdió el derecho el señor con ella. Así es que aquí, la señora no le queda más que, lo busque como pueda pa que se mantenga y mantenga a sus hijos." Y luego le dice, "Bueno. Está bien. La señora, usted dice que ya no la recibe. Entonces, �hágalo por sus hijos! �Recoja sus nietos!"

Entonces, que dijo, "�Yo nietos? No, yo no tengo nietos. Ella ya se salió con todos sus hijos. Yo no quiero responsabilidad de familia."

"�Entonces, que no quiere sus nietos?"

"No, yo no. Se salió ella, salieron sus hijos, ya en mi casa ya no entren."

"Si no quiere sus nietos, pues entonces señora, recoja su familia," dice. "La familia le toca a usted. A usted ahorita le toca sufrir con sus hijos."

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Contact Ruth Behar at University of Michigan, Department of Anthropology, 1020 LSA, Ann Arbor, MI 48109 (Fax: 313 763-6077; Phone: 313 936-0365; email: rbehar@umich.edu)

Translated Woman: Crossing the Border with Esperanza's Historias was published in English by Beacon Press, 1993. This translation, based on the original tape recordings, was made in 1996 by David Frye and is copyright © 1997 by Ruth Behar.


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